Las colectas de tapones de plástico se ha revelado como una
nueva vía de solidaridad en tiempos de crisis, y los vecinos de Abarán
se han sumado a ella por una buena causa. Dos madres abaraneras llevan
más de tres meses recogiendo tapones con el único objetivo de poder
costear el importe de dos sillas adaptadas para sus hijos, afectados por
parálisis cerebral desde su nacimiento. El coste de las dos sillas
adaptadas, que facilitarían el día a día de los dos niños y de sus
madres, asciende a 7.400 euros.
Las dos mujeres se conocieron en noviembre pasado en el
hospital Lorenzo Guirao de Cieza, donde sus hijos reciben sesiones de
rehabilitación para mejorar su estado. Cristina Gómez Carrasco, de 35
años, es auxiliar administrativo en paro y madre de dos hijos: Raúl, de
siete, y Hugo, de dos años; Patricia Fernández Alcaraz, de 35 años, está
casada y es ama de casa y madre de tres hijos, Patricia, de trece, y
las gemelas Elena y María, de nueve. Las dos mujeres se dedican las
veinticuatro horas del día a cuidar de sus hijos Hugo y María.
Fue Patricia quien a finales de diciembre propuso a
Cristina: '¿ Y si recogemos tapones para nuestros hijos?'. Dicho y
hecho. En tres meses llevan ya recolectadas tres toneladas de tapones de
plástico que han depositado en las instalaciones que les ha prestado la
empresa Frutas Esther. Las mujeres recolectan tapones de agua,
refrescos, champús, gel... pero necesitan treinta y ocho toneladas para
financiar el importe de las sillas, ya que les abonan 200 euros por
tonelada de plástico puestos en planta. Tanto Patricia como Cristina
muestran su «alegría por la buena acogida de esta iniciativa, que ha
recibido el apoyo de los vecinos de Abarán y de comercios y
establecimientos». Las dos mujeres realizan la recogida de tapones una
vez a la semana. Además, han conseguido el apoyo de otra empresa,
Jerónimo Gómez Montiel, que se ha comprometido al transporte de los
plásticos hasta el municipio alicantino de Ibi.
Mientras que Patricia cobra una mensualidad como cuidadora,
su compañera Cristina no la percibe pese a tenerla aprobada desde julio
de 2011, aunque sí recibe la asignación anual de la prestación por
hijos a su cargo. Sin embargo, Patricia ha recibido un revés de la
Seguridad Social, que ha dejado de financiarle los batidos de leche que
consume su hijo, y que suponen mensualmente un gasto de 500 euros. «El
médico me dijo que le diera cosas con más calorías», comenta afligida
por el recorte.
Ni Hugo ni María, que no tienen capacidad para sujetar el
tronco ni la cabeza, son capaces de articular palabra, aunque entienden
todo lo que les dicen. Ambos necesitan las sillas, así como ayuda para
un asiento para el baño. Los sueños de estas dos madres, que necesitan
más ayuda vecinal para poder costear las sillas, son sencillos: Cristina
desea que «mi hijo Hugo eche a correr y que me llame», y Patricia
anhela que «María sea como las demás niñas».